Iniciaron los Conservatorios de Alto Rendimiento con medallistas de los Juegos Olímpicos de México 68

*Invitado Felipe “Tibio” Muñoz
Este miércoles se realizó el primer conversatorio de alto rendimiento con el tema del 50 Aniversario de los Juegos Olímpicos de México 1968, donde el invitado especial fue Felipe “Tibio” Muñoz, ganador de la medalla de oro en 200 metros pecho en dicha justa realizada en la Alberca Olímpica Francisco Márquez.
El Antiguo Colegio de San Ildefonso en el Centro Histórico de la Ciudad de México fue el escenario donde el periodista Javier Solórzano entrevistó al nadador mexicano que recordó aquel momento icónico que marcaría su vida y la de todo un país.
El público asistente conoció de cerca al Felipe Muñoz y todas sus historias, antes y después de ganar la presa olímpica, la manera como se entrenó y esforzó por salir adelante en el deporte.
Felipe Muñoz destacó que en este 50 Aniversario de los Juegos es importante comunicar a las nuevas generaciones el legado y la relevancia de los Olímpicos en México, mismos que marcaron un antes y un después de la actividad física en nuestro país.
Los Conversatorios de alto rendimiento son espacios de encuentro con íconos olímpicos mexicanos. Representantes de nuestro país en los Juegos Olímpicos, quienes ponen en alto su desempeño profesional, su compromiso con el deporte y su amor a México. Son, ejemplo a seguir para las nuevas generaciones y guía para una sociedad que observa en su trayectoria de perseverancia y responsabilidad un modelo que muestra lo mejor de los mexicanos.
Felipe “Tibio” Muñoz.
Semblanza
Felipe Muñoz Kapamas, ganó la medalla de oro en 200 metros nado de pecho en los Juegos Olímpicos de México’68.
Nadie como él mismo, estaba convencido de que sería campeón olímpico, y lo sería en México, ante su propia gente.
Días antes del gran momento, dicho ante unos amigos: –”O gano o me ahogo”, vivido en los momentos previos al gran momento, en la final de los 200 metros de nado de pecho, en los inolvidables Juegos de México 68.
Segundos previos a la final, se acerca don Felipe Muñoz al rostro de su hijo, lo toma suavemente por el cuello y le dice, en tono cariñoso: “Hijo, no te preocupes, el haber pasado a la final ya es grandioso. Y agrega: “El lugar que ocupes ahora es secundario; diste una gran satisfacción al pasar como primero en las eliminatorias y hoy la gente viene no a verte ganar, sino a verte dar un buen esfuerzo”…El Tibio escucha pacientemente aquellas palabras. Apenas terminado, su padre de decirlas cuando, en un vigoroso movimiento, se aparta de él y con gran firmeza en la voz exclama: –”No, papá… ¡Yo voy a ganar!” Y se va a la piscina. Cuando cruza aquella puerta, el griterío es estremecedor: ¡Mé-xi-co! ¡Mé-xi-co!, ¡Mé-xi-co!…Y con los pies golpea la multitud, rítmicamente, el piso de las colmadas tribunas, exigía a un vencedor.
Un vencedor mexicano, la palabra de Tibio, se cumplió… Y nos dice Felipe Muñoz: “Qué importantes son los recuerdos…porque no son todo dulzura, sino que uno vuelve a vivir, a sentir la hiel del esfuerzo, del sacrificio, del empeño, de la constancia, de la disciplina…de todo eso a que obliga el deporte si uno quiere trascender y que se traduce en una sola palabra: Trabajo…Eso, eso es lo único que necesitamos”.
Y agrega: “Si, trabajo del funcionario, trabajo del entrenador, trabajo del atleta… Mi gran deseo es hacer sentir a niños y jóvenes que como gringos, rusos o alemanes, también tenemos dos brazos, dos piernas, una cabeza e inteligencia…”
Fuente semblanza: Historias Olímpicas, Comité Olímpico Mexicano.